Etapa igual a la de ayer, con sus prados, sus vaquitas, sus polígonos... ¡NO! Todo igual no! En primer lugar, en Cervià de Ter, el último pueblo antes de hacer noche, buscando al cura del pueblo para sellar la “Compostelana”, ví una casa del pueblo con el letrero “Casa Consistorial” en la fachada; en el jardín de ella un hombre de unos 60 – 70 años estaba peleandose con un árbol intentándo convertirlo en leña, pero con un hacha digna de una navajita suiza! Al preguntarle si era él el capellán, me dice que ya no, que se ha jubilado y recien lo han trasladado allí para su retiro, que por eso está haciendo las reformas en la casa. Le comento lo del sello en la credencial, y me dice que no hay problema, que él me pone el sello y lo que haga falta, lamentándose además de no tener ni agua corriente para darme (Por no tener, el pobre hombre no tenía ni luz en la casa). No obstante, me dió toda clase de indicaciones de dónde conseguir agua, donde ir a comprar en el pueblo, y donde poder acampar en un sitio tranquilo.
Mossèn: felicidades por su jubilación, y muchisimas gracias por su atención conmigo!
Por último, a la hora de plantar la tienda y preparándome la cena, apareció un invitado que me dejó de piedra: un jabalí a diez metros, mirándome fijamente. Lo reconozco, no moví ni un dedo, ni para coger la cámara de fotos; me quedé con la cazuela donde estaba calentando la comida en la mano, quizas con la idea de echársela a la cabeza o quizás para salvar la cena; no lo sé. La cuestión es que el “animalito”, en vista de que no había comida ni intenciones de compartirla, se dió media vuelta y sin despedirse desapareció entre los arbustos! Rato después, cuando ya tenia la cena en el plato, me acordé de la foto, pero que le voy a hacer. Ya vendrán más jabalís (espero que en plan pacífico, como este)
La "famosa" tienda. Para una persona, perfecta; para dos, habrá que arrimarse... |
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