Cómo se nota la cercanía a las ciudades! Qué poco queda de aquellos campos, y cuanto polígono industrial; tan solo queda algo de tierra en los jardines, y tampoco se puede pisar. Hay que limitarse a las aceras y al asfalto; resignación.
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Camino dentro del bosque |
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Aunque parezca mentira, no está cerrado al tráfico; pasan coches por arriba y por debajo (y yo pasé por abajo!) |
Esta etapa quizás es la más aburrida de las que llevo, puesto que no hay aliciente alguno hasta que llego a Girona. Allí ya se puede disfrutar con algún puente a la entrada, y con monumentos dignos de ver, hasta la llegada a la catedral que es digna de verse: despues de toda la subida de Montjuic, las escaleras de la catedral echan atrás al más valiente. Pero bueno, ¿qué son unos cuantos escalones comparado con lo que me espera?.
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Una cría de culebra. |
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Y después de la caminata, la escalinata! |
Finalmente consigo el sello en la oficina de turismo, y me voy a buscar el albergue de Girona donde podré dormir en un colchón de verdad, ducha de agua caliente (Y no en el arroyo) y sentarme a la mesa para comer. Pequeños placeres cotidianos que nunca apreciamos lo suficiente...
Por la tarde, me voy a dar una vuelta por las callejuelas de la ciudad antigua, y muy especialmente por el call judío (Antiguo barrio judío). Lamentablemente, el turismo también invade estas callejuelas, por lo que la tranquilidad es imposible.
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Una callejuela del antiguo "Call judío" |
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Otra vista del Call |
A media tarde, empieza a sonar música por las calles, aparecen músicos que actúan en medio de los transeúntes, organizándose mini-conciertos, audiciones... parece ser que se está celebrando el día internacional de la música, o algo parecido. Los turistas, con cara de... turistas... hablan entre ellos y dicen que Girona es una ciudad muy alegre. Señor, señor, lo que hay que oir...
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Música en vivo en plena calle |
Me voy al albergue, y a descansar.
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