He de reconocer que, así como la entrada de Burgos es de lo más horroroso del camino, la salida es bastante más llevadera, especialmente si se hace de madrugada, con las calles todavía a oscuras. Especialmente agradable es el tramo que va desde la catedral, bordeando el río Arlanzón, hasta la zona universitaria caminando por una zona ajardinada, casi casi boscosa.
El resto de la jornada viene siguiendo la tónica de jornadas anteriores: llanuras inmensas que se extienden hasta un horizonte que apenas alcanza a distinguir la vista; campos de cereal que se alargan hasta el infinito, ondulándose como si fueran olas en el mar. Si no fuera porque los peregrinos ya empiezan (empezamos) a ser legión, el simple hecho de caminar por estas tierras podría ser altamente agobiante: entres a la hora que entres en un pueblo, cuesta encontrar a alguien; aunque entres en un bar, solo encontrarás a dos o tres parroquianos, si los encuentras; lo mismo si vas a una tienda, o si vas a dar una vuelta por el pueblo. Lugares que parecen abandonados desde hace años, casas medio derruidas, huertos medio abandonados...
La suerte es que, como decía antes, no pasa más de media hora sin que pase un peregruino, en ocasiones dos o tres o cinco, y de vez en cuando, vienen en grupos de diez o doce. Como las Ramblas de Barcelona, vaya...
|
Un jilguero bastardo (aunque para mí es un gorrión...) |
|
La inmensidad y la monotonía son la tónica general.
|
|
Cuando la distancia entre árboles se mide en kilómetros, se pueden ver paisajes como éste...
|
|
En ocasiones, el único punto de sombra puede ser un simple arbusto situado a centenares de metros...
|
|
Y cuando llegas al tan ansiado arbusto (y su sombra), te das cuenta que sólo tiene un metro y medio de alto...
|
|
En otras ocasiones, ni árboles, ni arbustos, ni rocas, ni paredes... Nada; realmente nada. Es decir: no hay absolutamente NADA. Paisajes que sobrecogen el ánimo, y nos hacen pensar en nuestra condición; nuestra pequeñísima condición. |
|
En esta imagen podemos observar como el pueblo (Hornillos del Camino) se ha construido en una hondonada del campo, a modo de refugio, entre los escasos cerros de las inmediaciones. |