Es duro tener que volver a la soledad después de estar acompañado (Muy bien acompañado). Pero la vida sigue, y el camino también.
Hoy ha tocado una etapa bastante difícil: para empezar, el tramo de Viladordís a Manresa es un laberinto de caminos entre los huertos, a continuación de Manresa a Castellgalí, por la carretera nacional, puesto que no pude cruzar en su momento por las obras y continuar por el camino. En Castellgalí, hay que atravesar una urbanización inacabable, y en cada casa, uno, dos o tres perros dándome la bienvenida (o acordándose de mi familia, que yo el lenguaje perruno no lo tengo muy perfeccionado...). A todo esto, hay que sumarle una calor asfixiante, y que las fuentes brillan por su ausencia. En fin, a dormir en medio del bosque, y mañana más de lo mismo.
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Los amaneceres suelen ser el mejor momento (aparte del de la llegada, claro) |
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Una ardilla poniéndose las botas con los piñones |
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Al fondo, Montserrat, con su conocidísima silueta |
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Y aquí se puede ver la chimenea de la Vía ferrata Teresina. |
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