Nuevamente solo, emprendo camino confiando en una etapa aparentemente fácil, por lo llana, puesto que no hay desniveles apreciables. Con lo que no contaba es con el calor, que va en aumento y sin trazas de bajar.
Lo único remarcable de una etapa anodina como esta fue comprobar cómo el hecho de cambiar una carretera de sitio, concretamente la N-II cambiarla por la AP-2 y la A-2, conlleva la ruina y el abandono de los pueblos: léase Porquerisses, La Panadella y varios más. Pequeñas grandes tragedias del progreso.
En esta etapa, un "0" para los ayuntamientos (especialmente el de Montmaneu), que ponen indicadores para ir a las fuentes,pero no ponen que NO SON POTABLES. Solo lo indican en la misma fuente, despues de haber recorrido un kilometro, para nada!
En fin, resignación, tienda de campaña, y a dormir en medio del bosque...
El albergue de Jorba |
El triste precio del progreso |
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